Ese lienzo de inefable brillo y aroma que susurra un mar perdido en el viento de mis silencios 

Esos espejos que fragantes enloquecen las células en mi aliento

Con destellos de las escamas de una mariposa, libre, sublime e inquieta, bebo del portal de tus palabras dónde escondidos están mis anhelos en el refugio de las estrellas fugaces 

Con mis huellas dactilares ansío dibujar una autopista que me lleve a las olas de la divinidad del faro que ilumina las horas en las que ya no soy sino pasión 

Sucumbo en el volcán de la cumbre del lecho de Freya que enjuaga con sus párpados el jugo de los abrazos que tocan la sinfonía 

La sinfonía dónde se funde mi alma que se desvela cayendo una y otra vez muriendo eternamente en los pinceles de Dante y las partituras de Bach 

Cuando pronuncias mi nombre soy invierno, eso y mucho más dónde comienza mi amanecer, arropado con tu lienzo y todo aquello que no se ve.

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