Observador sin luz


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 En un parpadeo el brillo de las estrellas arde e irradia inmutables sonrisas a la luna llena Suaves suspiros a la hora gris de las murallas indomables de mi anhelos Veo en el nido de la golondrina la noche serena que anuncia el vuelo de tus suaves manos y tu dulce aroma  No sabía que tan blanco y puro era el olor del Jasmín que adorna el regazo de Andrómeda cuando bajo su cobijo llego a reflexionar Hablo al silencio y vuelvo a ser la nada en la nube vacía del viento que cubre mis miedos Cabalgando en la noche fría siendo música, recordando el por qué en mis pensamientos solo está la vía Láctea y la tonada incierta que nunca sonará 
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Templo bendito las puertas de tu aliento que en silencio destilan un sabor distinto Como si hablara del silencio de afrodita y la copa de rocío de la piel que habito  El destino inquieto que yace en la guía de tus dedos, no me habla igual, con ese dulzor que borra el blanco de la noche Es bien sabido que los rostros se quedan en las manos y como si hablara de otra persona el fulgor de Arquimedes llena de agua salada mis latidos La espalda de Perséfone tiene sus propias neuronas que recuerdan las uñas con sus dedos y el abrazo de la barca que cierra sus pupilas rosadas. Los muslos, con los brazos, retienen el néctar que una vez estuvo en mi boca y las abejas hambrientas han desovado el invierno de lo que ya no es sereno. para siempre la blandura de los costados hablan de memorias de pureza que son el viento en el que se balancea clementina  Yo que me hago sin ojos, en estas cadenas de esplendores y humedades.
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 Tu mirada que es pincelada de sol en mis pensamientos La alquimia de tu sonrisa tenue que brilla más que el corazón del Fénix cuando renace de sus lamentos Soy un amante libre, porque en el momento en el que mis ojos se posan en tu reflejo, es la misma mirada en el multiverso que hace latir las olas de mis sentidos en un maremoto de mil te quiero No me canso de decir que eres arte y mucho más, pues la música respira en mi oído abrazándome en mil sonetos Porque el ritmo del reloj no se percibe, la danza del colibrí se hace zumbido estando quieto  No miento cuando te nombro arte, porque la entelequia sublime de mis memorias abre la puerta en aquel momento  Ese justo e interminable momento en el que apareces sin invitación, susurrando la vida misma en las fauces de mi aliento  Adam0889
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