Mis palabras se vuelven papel muerto, mudo y blanco con los pálpitos de la noche y el frío del viento
En mis trémulas manos caen como otoño eterno el rocío de mis ventanas del alma, cruzando el océano y pendiendo de un hilo cuando duermo en la niebla, cuando no te miro
El oasis de mis rememoranzas, bajo el cobijo del vacío, taciturno en la ventisca seco y oscuro como el abismo, vuelvo a despertar y los rayos no se han ido
Digo te amo, y me estremece el vibrar de los recuerdos, como si Dios rasgase mi alma dejando la tinta pálida y sombría
Ansío beber de la vida proporcionada de tus besos, arroparme con el cálido aroma de tu pecho y renacer en sonrisas con los miles te quiero y el soplo de tu aliento
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